El francés dejó más que olvidadas las pérdidas internas blancas, sin que Willy Hernangómez regresara a la capital como azulgrana fuera la amenaza esperada (86-79)
Vincent Poirier en el Clásico (acb Foto/V. Carretero)
En un día en el que el baloncesto del Real Madrid necesitaba especialmente potencia interior, Vicente Poirier dio un paso adelante lo suficientemente fuerte como para derribar el Barça en eso clásico de primera liga es de la temporada. El francés sintió el picor de los grandes días desde la primera parte, deleitando a la grada con varios alley oops aportados por Sergio Rodríguez. Sin embargo, fue tras el descanso cuando su aportación ayudó a los blancos a tener una marcha más que su eterno rival y escaparse, definitivamente, en el marcador (86-79).
𝑬𝒔𝒐𝒔 𝒑𝒂𝒔𝒆𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑪𝒉𝒂𝒄𝒉𝒐…Como un caramelo en la puerta de una escuela.#LigaEndesa #ListoParaRomperlo pic.twitter.com/d34XlauxTR
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Fue el partido soñado bajo las tablas para Poirier, pero también para el enésimo exponente de la inagotable cantera del Real Madrid: Ismaila Diagne. A pocos días de la esperada visita de Luka Doncic a los Dallas Mavericks, el senegalés le superó como el jugador más joven en la historia de los Clásicos ACB: 16 años, nueve meses y nueve días. A partir de un domingo que seguramente no olvidará, se desempeñó por dentro de tal manera que nadie recordó que en el equipo local faltaban Tavares y Deck.
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Los altos del Madrid fueron, sin duda, capaces con los del Barça, en el que A Willy Hernangómez le faltó el protagonismo en la cancha que se espera de él en su regreso a Europa: Si no fuera por los pitos en su contra (se sintieron especialmente cuando se dirigió a la línea de tiros libres), habría pasado completamente desapercibido. Incluso Nnaji, que jugó menos que él y dejó un mate espectacular, se notó más en la cancha.
Campazzo, como si nunca se hubiera ido
Parecio que El Madrid ganó y dominó el partido cuando quiso. Nada más empezar, ya mandaba cómodamente, pero las fuerzas estaban igualadas. No se apretó lo suficiente el acelerador hasta el tercer cuarto, cuando quedó claro que se iba a celebrar una victoria en el WiZink Center. Entonces, los máximos madridistas no dejaron de acumular y el Barça no dejó de pedir la hora.
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Facundo Campazzo (i) vence a Tomás Satoransky (EFE/ Sergio Pérez)
La victoria blanca no se fraguó sólo por los interiores. Facundo Campazzo y Dzanan Musa se reivindicaron una vez más. El primero ha vuelto a ser tan decisivo en la dirección del juego como antaño: cuando aparece en el partido, hace y rompe con inusitada facilidad. Al segundo le piden galones desde que llegó el pasado verano y parece decidido a asumirlos.
Campazzo brilla a lo grande. Poirier se vuelve enorme. #LigaEndesa #ListoParaRomperlo pic.twitter.com/L9UuCquPgG
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Darío Brizuela fue el gran estilete del Barça, en una actuación demasiado fría del equipo de Roger Grimau tras su paso por el vestuario. Su juego nacía y moría en las ráfagas, sin que nadie tomara el toro por los cuernos: un poco de Parker, un poco de Laprovittola, algún añadido de Jokubaitis… Pero, a la hora de la verdad, primó la inconstancia. Nadie pudo aguarle la fiesta a Poirier que muy posiblemente dejó atrás su mejor hoja de servicios desde que aterrizó en la capital española. Le pidieron que dominara, como consiguió hacerlo en el Baskonia, y aquí está, dispuesto a hacerlo.
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Source: frv.edu.vn